Servir: "He ahí la Meta"

Me gustaría analizar con todos vosotros las diferentes acepciones de la palabra servir, para así ser capaces de poder comprender más, el alcance que este verbo, puede tener en la vida de cualquier buscador de las verdades eternas.
SERVIR significa, valer, ser de utilidad, dice la primera acepción. Desde los albores de la humanidad, el hombre se ha planteado que hace en este mundo, para que “sirve” la vida. La reflexión nos lleva a conocer realmente que es lo que queremos de la vida y así poner rumbo y orden hacia el despertar interior y utilizarlo, para desafiar al fantasma del menosprecio personal y darnos cuenta de que “ser útil” significa “ser activamente positivo”.
Esto mismo debemos aplicarlo en nuestras vidas. Cada uno de nosotros tenemos el deber de cuidar la “salud” de cada ser que esté en contacto con nosotros, sirviendo de canal activo en todas las actividades. Recordar que debemos acudir con la intención de ayudar a nuestros familiares, amigos, conocidos y a la humanidad entera, dejando que la creatividad nos acaricie y dejemos de lado la pasividad, esto nos llenará de satisfacción y alegría y seremos realmente útiles.
SERVIR significa, ayudar, estar al servicio de otro, dice la segunda acepción. Y así es en verdad. Ayudamos de muchas formas en nuestro diario vivir, colaboramos en muchas actividades, pero… ¿somos conscientes del verdadero servicio a los demás?
La palabra servicio, implica seriedad en el trabajo que se realiza. Debemos prestar ayuda a la humanidad de forma silenciosa y desinteresada, es decir, practicando la verdadera caridad, que no hay que confundir con la sensiblería. Los místicos y filósofos, siempre han mostrado sus enseñanzas de forma seria y adaptada a cada tiempo y lugar. La naturaleza interior nos da los instrumentos, para sumergirnos en el torrente de nuestra conciencia e investigar profundamente, tal y como lo hace un verdadero alquimista de lo mental… aprendiendo a mirarse con el ojo del Alma y no con el de la mente. Así debemos sumergirnos en nuestras meditaciones, para seguir investigando nuestros comportamientos y practicando la tolerancia, el respeto y el Amor, y así ayudarnos entre todos a ver, que servir es la meta más elevada a la que un ser humano puede aspirar.
SERVIR significa, poner la mesa, atender a los comensales, dice la tercera acepción. El cuerpo físico crece y se mantiene saludable porque recibe su alimento diario, así también, nuestra personalidad crece con los pensamientos, palabras y hechos que la transmutan continuamente hacia grandes alturas, independientemente de que las experiencias sean agradables o no, ya que lo verdaderamente importante es que debemos aprender de ellas.
Cuando entramos en meditación después de un largo día, nuestra voluntad nos tiene preparada la mesa, sobre la cual están puestos los frutos necesarios para alimentar nuestra alma, que después de jornadas de experiencias mundanas, necesita descansar y reponer energías.
Antes de tomar los alimentos, según tradiciones, se bendice la mesa, con pensamientos de agradecimiento y Amor. En la mesa tenemos los instrumentos adecuados para ayudarnos a transmutar la Luz recibida y compartirla con todos y cada uno de los seres del Universo. Seguidamente tenemos unos momentos de reposo para asimilar bien la comida y dejar que nutra a nuestra naturaleza interior.
Escuchad atentamente palabras que hablan de servicio, humildad y AMOR en una última cena… “Después de lavarles los pies, tomó los vestidos, se puso de nuevo en la mesa y les dijo: ¿Entendéis lo que os he hecho?, vosotros me llamáis maestro y señor, y decís bien, pues lo soy. Pues si yo, el maestro y el señor, os lavé los pies, también vosotros os los tenéis que lavar los unos a los otros. Porque, os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros como yo hice. En verdad, en verdad os digo, el siervo no es más que su señor, ni el enviado más que quien le envió. Felices vosotros, si sabiendo tales cosas, las hacéis.”
SERVIR, significa, hacer la función de otro. Que acaso no vemos en estas palabras, reflejado el simbolismo del trabajo impersonal, que realizamos cuando consciente o inconscientemente nos ponemos en manos de los designios de la naturaleza interior que cada cual pueda percibir, para ayudar. Pero… cuan desapercibido se nos pasa este maravilloso servicio a la humanidad, al no ver muchas veces los resultados. Cuando uno confía en hacer lo que su conciencia interior le dicta, estamos haciendo la función de lo que llamamos nuestro “yo verdadero”, aunque sea parte de nuestra consciencia total, y servimos para tomar y que otros tomen consciencia. Recordemos el axioma que dice “como es arriba, así es abajo”. Todo esto y mucho más se puede decir de la cuarta acepción.
SERVIR, significa, ser soldado en activo, dice la quinta acepción. El sendero espiritual implica valentía. En él, encontramos el verdadero campo de batalla. Nuestras meditaciones nos proporcionan las armas necesarias, para vivir las experiencias diarias y nos prepara para entrar en la cueva-receptáculo de nuestra mente y matar al dragón de nuestros miedos. Lo más importante, es que en esta batalla, nunca estamos solos… en nuestra ayuda siempre acude presto el caballero de las blancas vestiduras, El Ser espiritual que todos llevamos dentro. En la batalla, desarrollemos la virtud de retirarnos en el silencio y obedezcamos los susurros del ser, para salir victoriosos de los múltiples combates que nos esperan, para tomar al fin consciencia de nuestra divinidad.
SERVIR, significa, utilizar algo o a alguien para uso propio, dice la sexta acepción. Este es el punto oscuro del servicio que debemos evitar, el egoísmo. El amor desinteresado, nos llena de Alegría y Paz y con el tiempo, nos damos cuenta que las acciones que más nos llenan, son las de hacer felices a los demás, sin olvidarnos de no perder la nuestra propia. El egoísmo es fruto de la ignorancia de una mente estrecha y materialista, ya que conforme nos armonizamos con nuestra naturaleza interior, su fuente nos hace consciente de que somos una sola humanidad y que debemos empatizar con ella, y al mismo tiempo comprender que las experiencias de la vida,están íntimamente interrelacionadas unas con otras… seamos más conscientes de nuestros alrededores más cotidianos y de lo importante que es predicar con el ejemplo, en el aquí y ahora. El cambio del mundo, empieza con el cambio interior de cada uno de nosotros y su contagiosa labor silente en nuestro mundo particular, el que nos rodea en cada instante. ora et labora.
SERVIR, significa, dar culto o adoración a Dios. Esta es la Séptima acepción. Al llegar a este último significado las palabras sobran…. ¿Cómo expresar con palabras un sentimiento tan íntimo? Aquí cada ser humano, debe adentrarse en su religión, tradición o la imagen que tenga del Dios que cada uno pueda sentir en su interior, que se siente a través de la experiencia interna, única e intransferible, que sólo se consigue mediante el sincero y profundo entonamiento.
Para terminar, escuchad atentamente palabras de la tradición cristiana que expresan de manera sencilla y maravillosa el Servicio a la humanidad.
En esta oración de San Francisco de Asis, vemos lo importante que es no darle poder real a lo negativo, sino buscar su opuesto para equilibrar la consciencia, ya que si luchamos contra algo negativo, inconscientemente le damos una fuerza que sólo existe en nuestra mente. Esto que ya hacían los místicos de antaño, también se usa hoy por algunas ramas de la psicología moderna.
Así habla de “olvidarse” de uno mismo, de vivir el momento presente, para encontrarse realmente.
Habla de perdonar, para ser perdonado, para darnos cuenta de que todos somos humanos y que cometeremos fallos mientras estemos con una mente mortal, y lo importante es perdonarnos a nosotros mismos, y no mirar más a los errores del pasado para vivir plenamente el presente.
Habla de dar, para recibir nuevas oportunidades de “servir” y ser feliz.
Habla de morir a las estructuras mentales caducas, para renacer a conceptos más elevados que nos hagan más humanos y al mismo tiempo más divinos.
Señor:
¡Haz de mí un instrumento de tu PAZ!
Que donde haya Odio, yo ponga AMOR.
Que donde haya Ofensa, yo ponga PERDÓN.
Que donde haya Discordia, yo ponga UNIÓN.
Que donde haya Error, yo ponga VERDAD.
Que donde haya Duda, yo ponga FE.
Que donde haya Desaliento, yo ponga ESPERANZA.
Que donde haya Tinieblas, yo ponga LUZ.
Que donde haya Tristeza, yo ponga ALEGRÍA.
¡Oh Maestro!, no busco tanto el ser consolado,sino el CONSOLAR.
El ser comprendido, Sino el COMPRENDER.
El ser amado, sino AMAR.
Porque es olvidándose como uno se encuentra.
Es perdonando, como uno es perdonado.
Es dando, como uno recibe.
Es muriendo como uno resucita a la vida.
SERVIR, ¡He ahí la meta!
Guillermo J. Recourt

El duelo como respuesta humana!!


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Duelo

“¡ El amor es la sangre de la vida, es el poder que reúne en la separación !”

Paúl Tillich

La conciencia de las pérdidas, la enfermedad y  la muerte,  sólo es  posible para los humanos, no existe otro ser en nuestra creación que viva el proceso de duelo, el uso de razón que nos distingue entre los seres vivos nos esclaviza al dolor y al sufrimiento, porque nos gusta vivir en  en el pasado: anhelando y añorando lo que se perdió y no estará más, y por otro lado también anticipamos el  futuro,  visualizando situaciones terribles que nos provocan  miedo y desesperanza.

¿Qué sé sobre la muerte?

La muerte es un misterio y tiene una revelación única y personal.   La muerte es lo que da valor a la vida; es la que añade un elemento fundamental a nuestro existir como es la responsabilidad, nos hace enfrentarnos a nosotros mismos, mirarnos cara a cara y pedirnos cuenta de nuestra propia vida.

Ya no se puede seguir evitando o posponiendo el tema, porque cuando llega nos arrepentimos de lo que ya no es posible hacer. Es necesario   aprender y aceptar  nuestros sentimientos con respecto a la muerte, para poder  incorporar la creencia de que es un proceso natural en una vida y que su significado tiene que ver más con renovación e inicio,  que con final o castigo.

Trascender el dolor

Para trascender el dolor, es necesario permitirnos sentirlo , no se controla, no se evita ni se rechaza, al contrario,  el dolor  es nuestro mejor maestro que nos eleva a una  autoconciencia.  Cuando le escuchamos y le reconocemos cambia su naturaleza.

En nuestras pérdidas  es necesario   reconstruirnos internamente y otorgarle a la vida una visión nueva, no se busca la resignación, tampoco  se busca la paz ni la serenidad como objetivo último, simplemente es aprender y darle cauce a la ausencia o al vacío, agradeciendo con amor el tiempo compartido, hacer una mejor persona de nosotros mismos,  en la  memoria  de nuestro ser amados comprometernos  a vivir plenamente.

De esta manera nos recuperaremos  del duelo en  su totalidad,  porque hemos  sanado activamente los dolores: físico, psicológico, social y espiritual;  hemos  recuperado  nuestro mundo es sus dimensiones de  realidad, sentido de la vida y la personalidad.

El sentido de la vida

La vida es frágil y  la muerte, la enfermedad y las pérdidas ocurren cuando menos lo pensamos. Si no queremos pasar por el sufrimiento profundo del arrepentimiento, la queja y la lamentación,  es necesario aprender  a vivir bien nuestro presente,  con plenitud.

¡Es tiempo de NO postergar el amor, nuestros sueños, nuestro vivir……. Es el  tiempo  de abrazar y rodearnos de  nuestros seres queridos, hasta llegar  al momento de decir adiós a lo físico!

La vida fluye y  siempre tiene un sentido, es   la persona,  quién a pesar de cualquier cosa,  es libre para elegir como actuar ante las circunstancias de dolor. Un  espíritu en su grandeza puede ajustarse, volver a vivir la libertad desde otra perspectiva de vida y colocarse por encima y más allá de la maldad o la injusticia sufrida.

El desafío consiste en hacer uso de la potencialidad que tiene todo ser humano para dejar atrás la adversidad, para proyectarse  hacia la luz , a pesar de la oscuridad.

El ser humano  necesita tomar la determinación de no hacer de  su pérdida  una excusa para no continuar creciendo en la vida. Recuerden que Amar verdaderamente integra la presencia y la ausencia, por ello les sugiero que se reencuentren  hoy con el  amor más puro y  permitan que sea su   luz la que los guie a caminar en este sendero de lo humano!!

Sabiduría, Amor, Paz y Consuelo para ti!!

Psic. Socorro Ceja

El poder de la oración en momentos de duelo


En los momentos de duelo, muchas personas se refugian en la oración y otras reniegan de sus creencias, se dicen: ¿Por qué a mí?, ¿Qué mal he hecho yo?, ¿Existe la justicia divina? Etc…
El que no cree en nada se vuelve muchas veces creyente y el creyente se vuelve ateo. ¿Qué nos ocurre en los momentos de pruebas importantes en nuestras vidas con nuestros conceptos espirituales?
La respuesta es simple. Tenemos por una parte una noción equivocada de Dios y sus leyes, por otra parte no vivimos nuestra espiritualidad, simplemente intelectualizamos esos conceptos espirituales y por último la verdadera fe fundada en el conocimiento interior, en estas circunstancias se ve bloqueada por las emociones compulsivas, no dejando a la mente razonar bien, sumiéndonos en un caos temporal.
Sea el caso que sea, lo importante es que aprendemos mucho de estas circunstancias y utilizando la maravillosa comunión entre mente y corazón, renacemos cual ave fénix, a una nueva consciencia, pasado cierto tiempo.
Cuando los sentimientos se equilibran y la razón coge de nuevo las riendas de la vida, podemos valorar imparcialmente dónde estamos y hacia donde queremos dirigir nuestra vida después de la pérdida sufrida.
Todas las culturas, así como los grandes místicos y fundadores de las grandes religiones, nos han enseñado la importancia y el valor de la oración para armonizarnos y comulgar con la divinidad.
Hay plegarias de agradecimiento, plegarias de intercesión, plegarias de petición, plegarias de alabanza, pero todas ellas llevan en común que para que sean realmente efectivas uno debe prepararse para “sintonizar” con esa escala elevada de vibraciones espirituales, debe ascender de alguna manera por esta escalera celestial y no es precisamente con el intelecto que se atraviesa este puente con la divinidad.
El primer paso que nos aconsejan es hacer una reflexión de si somos dignos de recibir esta comunión espiritual. La respuesta es un rotundo SI, siempre que mantengamos en mente una actitud de humildad y arrepentimiento sincero, en una palabra, necesitamos purificarnos para poder elevar nuestra consciencia y poder “hablar” el mismo idioma a la hora de armonizarnos espiritualmente.
Se recomienda buscar un lugar tranquilo, relajarse, respirar profunda y rítmicamente y sentir dentro de nosotros esa chispa espiritual que todos poseemos. Para ello es importantísimo desear con el corazón esa comunicación, pensar con sentido común y que la petición no sea egoísta y redunde en beneficio de todos.
Después de sentir una paz confortante, es la hora de seguir con nuestra vida y tener plena fe en Dios, y llevar siempre en mente que se haga su voluntad y nos muestre cómo captarla y diferenciarla de nuestros deseos mundanos.
Cualquier gracia que recibamos de la providencia divina, debemos siempre compartirla con los demás, sin necesidad que sea de forma material, ya que un abrazo, una sonrisa, un paseo, una conversación, una flor, tiempo para compartir, o cualquier acto que alegre, consuele, o demuestre afecto y amor, vale mucho más que todo el oro del mundo.
Así pues el poder de la Oración, parte de entrar en periodos de comunión espiritual diarios, pedir más por los demás que por nosotros mismos, hacer las cosas que más nos cuestan antes que las fáciles nos templan la voluntad y este temple sirve luego para canalizar de manera efectiva los dones que la Oración nos provee que suelen ser, Salud, Paz, Armonía y Amor. ¿Qué más se puede desear?
Para finalizar deseo compartir mi oración preferida, que es de San Francisco de Asís:
Señor:
¡Haz de mí un instrumento de tu PAZ!
Que donde haya Odio, yo ponga AMOR.
Que donde haya Ofensa, yo ponga PERDÓN.
Que donde haya Discordia, yo ponga UNIÓN.
Que donde haya Error, yo ponga VERDAD.
Que donde haya Duda, yo ponga FE.
Que donde haya Desaliento, yo ponga ESPERANZA.
Que donde haya Tinieblas, yo ponga LUZ.
Que donde haya Tristeza, yo ponga ALEGRÍA.
¡Oh Maestro!, no busco tanto el ser consolado, sino el CONSOLAR.
El ser comprendido, Sino el COMPRENDER.
El ser amado, sino AMAR.
Porque es olvidándose como uno se encuentra.
Es perdonando, como uno es perdonado.
Es dando, como uno recibe.
Es muriendo como uno resucita a la vida.
¡Un fuerte abrazo de Luz y Paz para todos y que Dios les bendiga a todos!.
Guillermo J. Recourt.