La respiración como trasformación interior.

Transformar en este sentido sería transmutar, convertir “algo” en otra cosa, y para eso necesitamos la ayuda de la consciencia.
Nuestro sistema nervioso autónomo, gracias a Dios, nos regula las funciones vitales del organismo de manera aparentemente inconsciente, pero nuestra falta de orientación emocional, nos sumerge en un caos de taquicardias, respiraciones agitadas, hormonas luchando contra enemigos imaginarios, una serie de avisos que el cuerpo nos da, para decirnos que no estamos haciendo las cosas con armonía.
Todo organismo vivo, necesita respirar de una manera u otra, y en nuestro caso, el aire, es el gran desconocido que acaricia nuestros sentidos y nos aporta sus componentes fisicoquímicos y espirituales.
Lo compartimos con todos los seres, estén enfermos o no, sean de la raza que sea, de la religión que sea, pobres o ricos, conocidos o desconocidos… y no nos da asco, no intentamos no respirar el aire que otro ha respirado, pues el que “regula” estas funciones está lleno de AMOR, y es parte de nuestra Alma, parte de lo más sagrado que une a la Humanidad, es nuestro verdadero SER.
Sin entrar en las miles de técnicas de respiración y meditación, todas tienen en común para entrar y atravesar las puertas del SER, el control consciente de la respiración.
Todas nos remarcan también, lo importante de focalizar nuestros pensamientos en la UNIDAD y que para llegar a ella sólo debemos SENTIR y no pensar en nada más, simplemente vivir el momento.
Y lo más importante, todo esto rodeado del gran trasformador y dador de VIDA el AMOR.
Si la respiración nos ayuda a transmutar nuestro ser físico, mental y espiritual… ¿Por qué nos dicen muchas de estas técnicas espirituales, psicológicas o de cualquier tendencia, que debemos “tirar” con cada exhalación lo “negativo de nuestro SER”? ¿Por qué ensuciar ese aire que UNE, con nuestras porquerías psíquicas? ¿Por qué no reciclamos ese aire para transmutarlo y que “sirva” a nuestros hermanos? ¿Por qué no cargarlo de Amor, de Paz, de Armonía, de Consuelo, de Caridad?
Recordemos que si se vive el momento presente en armonía, no hay tiempo para darle poder a lo negativo.
Sabemos muy bien que lo semejante atrae a lo semejante y por eso al respirar conscientemente nos llenamos de pensamientos positivos, pero nunca nos planteamos en lo que sale de nosotros, de nuestros pensamientos, deseos, y actos automatizados, fundados en reacciones del pasado.
Recordar lo que el maestro Jesús decía “Oíd y Entender: no lo que entra en la boca contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre… Lo que sale de la boca procede del corazón.”
Sí, lo que sale de la boca, procede de la forma en cómo sentimos, del nivel de consciencia adquirido y esa es nuestra responsabilidad, sentir desde el AMOR.
En resumen, seamos transformadores de nuestro entorno, tomemos consciencia de que cómo Almas encarnadas, nuestra misión es ser transmisores de Luz, creadores de “vida”, y para eso hay que usar la voluntad de vivir en Armonía, sentir la belleza de ese sentimiento y así imbuidos de esta pasión sagrada, contagiarla hacia los mil vientos, con actos nacidos de la actitud consciente y creativa del corazón iluminado, que ha transcendido al corazón visceral en un lento pero vivo “palpitar”.
Recordar cada vez que respiréis conscientemente que salga con cada respiración una bendición para nuestros semejantes y así como lo semejante atrae a lo semejante, así vuestra Alma se llenará de dicha y felicidad.
Seamos cómo el viento suave que mece los molinos y transforma el aire en “energía” para ayudar a los seres humanos a vivir mejor.
No sembremos tempestades con tanto negativismo y reciclemos nuestras emociones negativas con las positivas.
Todo esto nos ayudará a Armonizar nuestra transformación a nivel material, haciendo de nuestras vivencias sociales, el campo de aprendizaje fundamental para desarrollar la templanza suficiente para dar el gran salto hacia el conocimiento interior que cómo el aire, se nos da gratis, nos une y nos acompaña hasta el último suspiro.
Ese último aliento vital, nos entrega en brazos a respirar un aire más puro y espiritual, en el que la consciencia se amplia y la Paz momentánea de una meditación mundana, se transforma en la gran Paz Profunda que tanto el alma nos recordó en vida y nuestra inconsciencia tan poco nos dejó percibir…
Mi deseo es que con cada exhalación llenemos el mundo con nuestros ideales más nobles, salidos de nuestros encuentros internos con Dios y que transformaremos en AMOR, en proporción directa al deseo alcanzado en nuestros CORAZONES para ser parte activa en dicha “acción Consciente”.
Recibid un fuerte abrazo y una fuerte bocanada de aire “fresco”, cómo la de la imagen que os he puesto de la obra de Josephine Wall, “La Diosa del Aire”.
Guillermo J. Recourt.