El Espejo de Luz

Todos nos miramos a lo largo del día alguna vez en un espejo, ya sea para asearnos, para ponernos la ropa bien, etc…
Los egipcios relacionaban al espejo con divinidades de origen solar y normalmente tenían una forma circular. El sol, dador de Luz y de Vida, con sus rayos nos proporciona el reflejo de nuestra imagen material. Sin la Luz, un espejo no tiene sentido de ser.
Así somos los seres humanos cuando estamos privados de nuestra Luz interior; la vida carece casi de sentido, la monotonía nos crispa los nervios, lo vemos todo desde la parte más negativa.
El ser humano, al ser trino en naturaleza, (espíritu, cuerpo y alma) necesita reflejar su Luz interior hacia los demás, necesita beber del agua que calma la sed del Alma, necesita expresar el Amor que corre por su corazón.
Cuando estamos junto a otros seres humanos, sin darnos cuenta, somos todos espejos de esa Luz, más o menos brillante según el estado de consciencia interior alcanzado, pero todos iguales respecto a la pureza de la misma.
Las cosas que vemos positivas o negativas en los demás, y que nos hacen emitir un juicio, son en el fondo resortes que nos indican lo que tenemos que mejorar o cambiar en nosotros mismos. Tenemos así en el vivir cotidiano una de las herramientas más interesantes para poder limpiar nuestros espejos interiores y así poder reflejar más y mejor la Luz pura y prístina del Alma.
Para ello debemos comunicarnos con todos aquellos que estén cerca en cualquier momento del día, interesarnos por ellos, darles conversación o una sonrisa, ya que las cosas más sencillas del diario vivir, son las que más fácilmente pasamos por alto y así nos perdemos lo más bonito de estar en este plano de comprensión “VIVIR PLENAMENTE”.
La felicidad está en esos pequeños momentos que dedicamos de corazón a los demás.
Los espejos son realmente mágicos, ya que nos reflejan tal y como somos por dentro y por fuera. Nos brindan la oportunidad de “pasar” al otro lado del espejo, es decir, a nuestro lado espiritual y allí descubrir un mundo maravilloso del que aprender y que sirve para reflejar lo mejor de nosotros en cada momento y también nos sirve para poner los pies en el suelo y ser consciente de lo que necesitamos cambiar para estar en armonía con la Luz que nos da Vida.
Así la Luz que nuestros espejos reflejan, ilumina a los demás y la cadena de los espejos unidos del mundo, no dejará que las tinieblas del miedo, la ignorancia y el desamor, paralicen nuestras vidas!
Mi deseo es que cada vez que nos miremos en un espejo, recordemos que lo importante es la Luz, sin la cual no hay imagen que reflejar. Dios nos hizo a su “imagen” y semejanza, así pues, reflejemos poco a poco toda la inmensa Luz que tenemos, para que la imagen del espejo esté radiante, hermosa y llena de Paz.
¡Un fuerte abrazo de Luz y Paz!

Guillermo J. Recourt.

La Aflicción

Ante la pérdida de cualquier ser, la aflicción hace su presencia, pero a unos afecta más que a otros.
Hay un dicho tibetano que nos recuerda que, “El Alma alegre forja una sonrisa en el rostro de la aflicción; pero el pensamiento del triste amortigua hasta el brillo de la sonrisa más pura”.
La sabiduría popular también nos llena de muchos refranes que hablan de lo mismo, “Más enseña la adversidad que la prosperidad” y “Hay males que traen bienes y bienes que traen males”.
¿Qué podemos aprender de estas simples frases para que nos alumbren en medio de la aflicción?
La aflicción es cómo el geranio que cortamos e inclina sus flores hacia el suelo; sus pétalos miran ahora hacia la tierra. Su fuente de vitalidad se ha cortado y desfallece; al final cae en desgracia y lo abandonamos.
El Alma alegre es en este sentido cómo el geranio que una vez cortado por el motivo que sea, lo plantamos otra vez en un tiesto nuevo para que siga creciendo en armonía y cumpla la función para la que fue creado, “vivir” y su mirada ahora apunta hacia el cielo; con su vitalidad nos contagia de la belleza interior y resuena en nosotros ecos de profunda comunión.
La tristeza es contraria a la misma naturaleza que nos refleja ese “orden” universal, ya que perturba su armonía; hace desagradable todo lo que la naturaleza tiende a hacer agradable.
Como seres humanos y llenos de sentimientos es lícito y necesario pasar por momentos de profunda tristeza, ya que son las llaves que nos impulsaran a vivir una vida más plena; nos ayudan a reflexionar sobre la vida, la felicidad y lo más importante, nos debería hacer buscar respuestas a lo que significa vivir para cada cual.
“Hay males que traen bienes” y es cierto, el tiempo y la fuerza de voluntad para experimentar lo malo y lo bueno por igual, nos ayudan a “ordenarnos” por dentro, siempre que cumplamos una regla importante: Debemos aprender a cerrar y dejar de mirar la puerta de la aflicción lo antes posible para poder apreciar la infinidad de puertas que la vida nos ofrece para ser felices.
El Alma Alegre no cree que el dolor cure el infortunio, ya que al final es un veneno con forma de remedio, es una flecha mortal que se clava en nuestro pecho, que cuanto más fuerza haces para quitártela, más se clava en nuestro corazón.
El Alma Alegre, aprende con la aflicción, la transmuta en alegría, en recuerdos hermosos, en miradas que nos muestran agradecimiento al seguir alegrando la vida de los demás, a pesar del duelo.
La vida es cambio continuo, perpetuo y el Alma Alegre lo entiende, toma consciencia de las leyes naturales y se armoniza con ellas, lanzándose a “vivir” plenamente cada momento de la vida, enfocando sus cualidades y virtudes en los seres que tiene a su alrededor, y estos pequeños gestos, son los que llegado el momento de dejar este plano de comprensión, nos harán sonreír a nuestros seres amados y decirles “Amaros los unos a los otros cómo Él nos ama y cómo yo he intentado amaros”; ese es nuestro mejor legado, el Amor con el que se quedan y que al mismo tiempo transmitirán a los hijos de sus hijos, para que la aflicción sea en un futuro, el recuerdo de una sociedad que vivía ignorante de su verdadera naturaleza interior…
Deseo que La aflicción que todos podemos experimentar en un momento determinado, sea el motor que estimule la búsqueda de la felicidad de todos los seres que necesitan de ella y que nos miran sonrientes para que “vivamos” junto a ellos en un nuevo “tiesto” abonado con todo el Amor del mundo.
Guillermo Recourt.