Breve análisis de las pulsiones…en primer lugar

El concepto de pareja ha sufrido muchas adaptaciones a lo largo del tiempo; nos llevaría casi una eternidad describir por cuantas y cuáles han sido las etapas por las que ha tenido que atravesar para llegar a lo que estamos viviendo actualmente. Sin embargo, es posible hacer una descripción clara a través de la ejemplificación de los que son las pulsiones. Analicemos pues, uno de los conceptos que nos encontramos en línea, para posteriormente poder utilizar de forma asertiva dicho concepto en todos nuestros artículos, sobre todo aquellos que se refieran a la sexualidad humana, y ya que causa tanto escozor el tema entre los círculos conservadores, nos hemos visto en la enorme necesidad de dedicarle un artículo entero al análisis de este término para evitarnos criticas no fundamentadas en el futuro.

Primeramente debemos hacer una breve conceptualización de lo que es una pulsión. Pulsión (del francés pulsión, y ésta del latín pulsio y pulsun y estos del verbo pulsāre: pujar, impeler), en psicoanálisis, impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana.

 

López Ballesteros, como la mayoría de los traductores al inglés, traduce la palabra alemana Trieb por “instinto”, y los traductores franceses posteriores a Lacan la traducen por pulsión, aunque por lo general se interpretan de modo distinto. La pulsión sería algo dinámico, en la que influye la propia experiencia del sujeto, y su historia ontogenética, la referida al desarrollo de éste. En cambio, el instinto sería netamente congénito, heredado genéticamente. El instinto es típico de los animales no racionales. Mientras que el instinto posee objetos precisos e inamovibles para su satisfacción, las pulsiones carecen de objetos fijos, predeterminados.

Se denominan así pulsiones a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos; también tienen diferentes fuentes y por ello formas de manifestación, entre ellas: Pulsión de vida o Eros, pulsión de muerte o Thanatos, pulsiones sexuales, pulsión de saber, etc.

A fines de s. XIX Sigmund Freud observa que en el ser humano existen motivaciones perentorias y somáticas que escapan a lo instintivo, es más: pueden ir contra lo instintivo; de hecho, la “conducta” humana es un conjunto de “conductas” extremadamente variables que superan a la definición característica del instinto. Con todo, durante algunos años mantiene la denominación de “instinto” (“Instinkt” escribe en alemán). Aún sin una designación definitiva, en 1905, en los “Tres ensayos para una teoría sexual” explica ya claramente la diferencia entre instinto y pulsión: pulsión designa al impulso provocado ante una excitación y una tensión corporal, tensión que tiende hacia diversos objetos y que si accede a ellos sólo se descarga momentáneamente; la pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente. Sin embargo veremos más adelante que estas conceptualizaciones son muy debatidas.

En 1910 Freud introduce el concepto de pulsión sexual (la teoría psicoanalítica “clásica” siempre ha enfatizado lo libidinal de las pulsiones) por semejanza con el concepto de “pulsión de nutrición” (en efecto, nada casualmente, en alemán la palabra Lust tiene los significados normativos de “hambre”, “apetito”, “ganas”, “inclinación”, “gusto”). Sin embargo será clave el uso por parte del mismo Freud de otra palabra alemana para denominar y conceptualizar a estos impulsos metainstintivos, el uso de la palabra Trieb que luego se traducirá al español mediante la palabra pulsión.

La diferencia entre instinto, impulso y pulsión es materia de discusión puesto que muchos psicólogos consideran que instinto o impulso, y pulsión serían conceptos equivalentes. La explicación es que los conceptos son creaciones del lenguaje, y no entidades con existencia propia. Las diferencias serían de semántica e interpretación, no de existencia ontológica.

Estas diferencias semánticas han sido establecidas no por Freud, sino por sus seguidores al traducir los textos y comentarlos.

Los instintos también tienen las características de la pulsión. Por un lado, tienen los cuatro componentes que se atribuyen a la pulsión. Por otro lado los objetos en los animales no humanos no son predeterminados y definitivos, por eso se los puede entrenar y por eso se pueden domesticar muchas especies animales. En etología se sabe que se puede lograr que ciertos animales copulen con objetos, si estos objetos son diseñados con las características adecuadas. Al mismo tiempo los animales no humanos también aprenden de la experiencia y por lo tanto los instintos son muy flexibles igual que el concepto de pulsión.

No es posible afirmar que las pulsiones no se satisfacen y que el instinto se satisface. En efecto, las pulsiones tienen una satisfacción temporal, pues de lo contrario la conducta quedaría paralizada. El individuo ante una pulsión que siempre tiene origen somático busca satisfacerla y puede lograrlo por un cierto tiempo, hasta que la pulsión nuevamente exija nueva satisfacción. La pulsión sería la alarma o indicador psíquico de una necesidad somática. Si las células del cuerpo necesitan agua H2O, el aparato psíquico recibe una señal equivalente a las sensaciones de sed. Ante dicha sed el organismo recurre a su experiencia para intentar saciar dicha sed, y lo logrará por ejemplo, bebiendo de una fuente de agua. Pero esto sucede exactamente igual con los instintos o impulsos biológicos: aparece un impulso instintivo, como ser hambre y el organismo actuará para obtener alimento y comer de modo tal que la necesidad quede satisfecha, hasta que nuevamente se repita esta necesidad en un momento posterior. Como se puede ver, un instinto o impulso es temporalmente satisfecho, del mismo modo que el postulado para las pulsiones.

También hay que recordar que muchas especies pueden aprender a realizar conductas al escuchar órdenes emitidas verbalmente por humanos, o bien mediante mensajes sonoros, visuales o de otro tipo. Esto implica que su conducta puede ser modificada por el lenguaje y por la cultura, en principio la cultura humana.

Se afirma que los animales no racionales tienen instinto, pero no pulsión, y que el instinto es un reflejo automático del tipo estímulo-respuesta, pero que la pulsión no tiene dicha característica. El problema de la racionalidad no puede ser invocada puesto que es materia de debate. En principio, se podría afirmar que los humanos son los únicos animales con lenguaje hablado. Comunicarse se comunican todos los organismos vivos, e incluso las máquinas, pero se afirma que el humano es el único que se comunica mediante el lenguaje hablado y que el lenguaje hablado tiene la característica de la polisemia. Esta característica de la polisemia, se acompaña de la capacidad imaginativa, por lo cual es posible todo tipo de tropos y modificaciones.

Esto implica que cualquier palabra que un individuo, mediante asociaciones semánticas o fonéticas o visuales, logre vincular con alguna sensación, dicha palabra quedará asociada a la sensación. La publicidad y el marketing se valen de esta característica, y la semiótica y semiología estudian estas cualidades de los signos. De este modo, entre el estímulo y la respuesta, existiría un intermediario, que es el lenguaje, o mejor dicho, 1) las reglas y mandatos sociales que han sido fijados en la memoria del individuo, 2) lo que el individuo cree o imagina que la sociedad espera de él. 3) las sensaciones de placer o displacer que el individuo asocie con dicho estímulo y las posibles respuestas.

Una excitación sexual de origen químico puede asociarse a una palabra y evocar en la memoria el objeto que dicha palabra denota o connota (por ejemplo el rostro de una persona), o una palabra puede desencadenar por asociación una excitación sexual química. Esto significa que ante un estímulo, la respuesta va a ser variable dependiendo de los factores mencionados. Aparece la toma de decisión que precede a la respuesta, y por lo tanto la respuesta ya no sería automática sino que está mediada por una elección ante distintas alternativas. Si no hubiese elección posible, entonces estaríamos frente a un estímulo-respuesta automático.

Pero esto conduce a la paradoja de que estas asociaciones de que se valen la publicidad y el marketing, desencadenan respuestas, por lo tanto estamos nuevamente ante un estímulo-respuesta. Lo que sucede es que la respuesta ha cambiado, pero no deja de ser una respuesta ante un estímulo. Este es el principio fundamental de las terapias conductistas, la capacidad de lograr que un estímulo-respuesta pueda ser creado o modificado por la experiencia.

Lo que se conceptualiza como sublimación es la modificación de la respuesta que desencadena un estímulo.

Al mismo tiempo, pulsión de vida y pulsión de muerte lo tienen todos los organismos vivos, tal cual Freud mismo lo postuló en sus trabajos, por ejemplo en uno de los últimos: Esquema del psicoanálisis (1938). Esto es una lucha de la materia propiamente viva en su organización, y no una característica de los humanos. Específicamente nos dice que Respecto de la pulsión de destrucción, podemos pensar que aparece como su meta última trasportar lo vivo al estado inorgánico; por eso también la llamamos pulsión de muerte. Si suponemos que lo vivo advino más tarde que lo inerte y se generó desde esto, la pulsión de muerte responde a la fórmula consignada, a saber, que una pulsión aspira al regreso a un estado anterior (…) Esta acción conjugada y contraria de las dos pulsiones básicas produce toda la variedad de las manifestaciones de la vida. Y más allá del reino de lo vivo, la analogía de nuestras dos pulsiones básicas lleva a la pareja de contrarios atracción y repulsión, que gobierna en lo inorgánico.

Freud explica en Esquema del psicoanálisis: El poder del ello expresa el genuino propósito vital del individuo. Consiste en satisfacer sus necesidades congénitas. Un propósito de mantenerse con vida y protegerse de peligros mediante la angustia no se puede atribuir al ello. Esa es la tarea del yo, quien también tiene que hallar la manera más favorable y menos peligrosa de satisfacción con miramiento por el mundo exterior. Aunque el superyó pueda imponer necesidades nuevas, su principal operación sigue siendo limitar las satisfacciones. Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan {repräsentieren} los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica.

Afirma que el esquema general del aparato psíquico se considera válido también para los animales superiores, semejantes al hombre en lo anímico, y que cabe suponer un superyó siempre que exista un período prolongado de dependencia infantil, como en el ser humano.

Freud ya planteaba estos problemas desde sus primeros escritos, como en Proyecto de psicología para neurólogos (1895) donde habla de la vivencia de satisfacción como el mecanismo neuronal necesario para que un objeto que satisface una necesidad, pueda ser posteriormente evocado de modo tal que un organismo pueda volver a satisfacer dicha necesidad. Este mecanismo es necesario para que cualquier organismo aprenda de la experiencia y se oriente en el mundo para satisfacer sus necesidades. Si los organismos vivos no tuviesen dicha vivencia, entonces no podrían aprender a diferenciar los objetos del mundo que pueden ser consumidos, y no podrían diferenciar lo percibido de lo recordado.

Recordemos también que existen una enorme cantidad de sociedades no humanas, que incluyen tanto mamíferos como insectos. La sociobiología ha logrado avances enormes en el estudio de dichas sociedades. Si se postula que un organismo humano debe sublimar sus pulsiones por mandato social, no podemos afirmar que la misma situación pero en otros animales es instinto y en humanos es pulsión. Incluso las hormigas requieren del auxilio de otros individuos de su especie para sobrevivir en sus tiempos de inmadurez. Existen especies animales en los que la proporción de tiempos de dependencia respecto a su tiempo de vida máximo son superiores a la de los humanos, como en ciertos cetáceos y en elefantes.

Por otra parte, por un lado se afirma que la pulsión carece de objeto fijo, pero por otro lado se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto perdido, o incluso se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto que nunca existió. En definitiva, reducen toda la problemática humana a un único objeto. ¿Hay algo más rígido que un objeto que se busca toda la vida? Es por esto que cuando se indaga en las distintas teorías que pretenden distinguir entre instinto y pulsión, la diferencia se desvanece.

Pero ¿por qué tanto interés en definir al concepto cuando entre los mismos especialistas no logran ponerse de acuerdo? La respuesta es simple; haremos varias comparaciones en cuanto a las conductas humanas más habituales en nuestra sociedad y será muy importante saber distinguir entre lo que es humanamente controlable y lo que en definitiva no. De este análisis de la realidad conductual surgirán algunas ideas que deberán ser analizadas antes de ponerlas en práctica. Debemos recordar también en todo momento, que el conocimiento en sí mismo no representa un aprendizaje significativo y que sólo aquel que es validado a través de la experiencia puede ser fijado en los esquemas más básicos de aprendizaje en el ser humano. Comencemos entonces, una vez aclarado este punto, con todo lo concerniente a la pareja y a su sexualidad.

El abuso de poder como generador de violencia familiar

Hay familias en las que el uso y abuso del poder autoritario y de la fuerza son recursos de los que se echa mano para cualquier situación, convirtiendo la violencia en un hecho cotidiano. Así, los niños mediante regaños, pellizcos, jalones de orejas, gritos o insultos aprenden a someterse ante quienes son más fuertes que ellos y a someter a quienes son más débiles.
A los hombres, comúnmente la sociedad les otorga poder sobre las mujeres y los menores y les enseña a ser violentos. Cuando provienen de familias en las que hay padres golpeadores, es común que imiten el modelo y tiendan a repetir el abuso aprendido. Y como contrapartida las hijas mujeres imitan el modelo materno y aceptan, como algo natural el ser golpeadas o humilladas.
No sólo los hombres son golpeadores. El maltrato a los menores puede venir por parte de ambos padres y tienden a justificar la violencia como resultado de la provocación o la desobediencia de la persona maltratada. Por ejemplo, una de las causas del maltrato a los hijos es la frustración de los padres y de las madres ante el comportamiento considerado “inadecuado”. Cuando los adultos tienen una idea fija de lo que quieren de sus hijos y éstos no cumplen sus deseos, suelen recurrir a la violencia.
La violencia no es aceptable
Lo ideal para los seres humanos es tener relaciones cordiales. Sin embargo nunca faltan situaciones de conflicto y ante ellas, solemos perder el control y ponernos violentos. En estos casos el problema mayor no es el conflicto en si mismo sino la forma violenta de resolverlo.
La violencia más frecuente es la de los hombres hacia las mujeres  y de los adultos a los menores. Muchas mujeres no sólo sufren tratos violentos del esposo, sino que también son maltratadas por las suegras, las cuñadas, los padres y por sus hijos e hijas.
Hay hombres que también padecen la violencia, ya sea porque son golpeados, insultados, humillados o violados por otros hombres . Los hombres generalmente padecen violencia fuera del hogar, aunque con menor frecuencia también, hay mujeres que ejercen violencia contra los hombres, y es común encontrar en el trato entre los niños expresiones de agresión que pueden llegar hasta la crueldad sin que se den cuenta de ello.
La Norma Oficial Mexicana reconoce como violencia familiar cualquier acto de abandono, maltrato físico, psicológico o sexual.
Abandono
Incumplimiento de obligaciones hacia uno o varios miembros de la familia por parte de quien está comprometido a proveer cuidados y protección. Puede relacionarse con: higiene, nutrición, cuidados rutinarios, atención emocional y necesidades médicas no resueltas o atendidas tardíamente, así como abandono en lugares peligrosos, situaciones, todas, que ponen en riesgo la salud.
Violencia física
Es el daño corporal que le hacemos a alguien más débil que nosotros.  Puede ser de hombre a mujer, de hombre a hombre, de mujer a hombre o de cualquiera de los dos a un menor, a un anciano o anciana, a personas con discapacidad, entre niños/as o entre ambos. Se caracteriza por lastimar a cualquier parte del cuerpo de una persona con las manos, los pies o con objetos. Algunas madres golpean a sus hijos apoyadas en la autoridad paterna. Suelen acusarlos con el padre diciendo: ”tu hijo no me obedece” o “ya es tiempo de que le des un castigo ejemplar”. Asimismo, en muchas ocasiones los padres golpeadores maltratan a sus hijas o hijos con el respaldo de las madres, o sin él.  Estos padres constantemente les dan golpes, manazos, bofetadas, coscorrones o pellizcos a sus hijos/as. Los menores se asustan, guardan resentimiento hacia sus padres, se vuelven inseguros y pueden aprender a ser violentos.
Hay que aprender a controlar los impulsos. Deténganse y piensen en el daño que pueden ocasionar con una reacción violenta, con palabras ofensivas o con golpes.
Violencia psicológica o emocional
La violencia emocional no se percibe tan fácilmente como la física, pero en muchas ocasiones lastima mucho más. La intención es humillar, avergonzar, hacer sentir insegura y mal a una persona, deteriorando su imagen y su propio valor, con lo que daña su estado de ánimo, disminuye su capacidad de tomar decisiones y su autoestima, dificultando su desempeño diario.
La violencia verbal tiene lugar cuando mediante el uso de la palabra se hace sentir a una persona que no hace nada bien, se le ridiculiza, insulta, humilla y amenaza en la intimidad o ante familiares, amigos o desconocidos. En tanto la violencia no verbal se manifiesta en actitudes corporales de agresión como miradas de desprecio o de amenaza, muestras de rechazo, indiferencia, silencios y gestos insultantes para descalificar a una persona.
Violencia sexual
La violencia sexual ocurre cuando se obliga a una persona a tener cualquier tipo de contacto sexual contra su voluntad, cuando se le hace participar en actividades sexuales con la que no está de  acuerdo y no se toman en cuenta sus deseos, opiniones ni sentimientos. Se daña física y moralmente a la persona y se puede presentar como acoso, abuso, violación o incesto.
El abuso sexual consiste en tocar y acariciar el cuerpo de otra persona contra su voluntad, así como en la exhibición de los genitales y en la exigencia a la víctima de que satisfaga sexualmente al abusador. Se puede dar de manera repetitiva y durar mucho tiempo antes de que el abusador, quien se vale de su poder y autoridad para llevarlo a cabo, sea descubierto. Dada la posición de autoridad de los adultos, el abuso sexual hacia los menores es mucho más frecuente de lo que se piensa. Este tipo de violencia es inadmisible y se puede dar en todos lados incluso en la casa, en la escuela, en el trabajo o en la calle. Los agresores sexuales pueden ser amigos, vecinos, maestros y con mucha frecuencia los agresores son familiares, el padrastro, el abuelo, tíos  o  incluso el padre.
La violación es un acto de extrema violencia física y emocional. Consiste en la penetración con el pene, los dedos o cualquier objeto en la vagina, el ano o la boca en contra la voluntad de la víctima quien es amenazada para mantener el secreto.
Por lo regular, las personas que sufren violencia sexual no cuentan a nadie lo que les sucede. Esto se debe a que se sienten amenazadas o erróneamente culpables de lo que les pasa. Cuando la violación es cometida por un familiar cercano, la víctima se encierra todavía más en sí misma, debido a que su lealtad a la unión familiar le impide decirlo, pues teme que, al entrarse, la familia se separe.  En menores, ancianos y personas con discapacidad es más grave, ya que cuando se atreven a denunciar el acto se les acusa de mentirosos y de querer perjudicar al agresor. En general las víctimas son amenazadas mediante expresiones como “si lo cuentas te mato”, “van a creer que estás loca/o”, ”tu mamá se va a morir” “nadie te va a creer”, etc.
El incesto es el contacto sexual entre familiares con algún tipo de parentesco, ya sea civil o consanguíneo. Esta relación puede ocurrir con o sin el consentimiento de una de las personas; los actos sexuales frecuentemente se presentan con acoso, violencia física e incluso con violación.
Es conveniente hablar con los/las hijos/as para evitar que sean presas fáciles y ante la mínima sospecha de que pueden haber sido víctimas de abuso sexual, es importante brindarles ayuda inmediata.
Es fundamental dar seguridad a los menores para que se expresen libremente y sin temor de que su agresor tome represalias. Esto se logra haciéndoles saber que cuentan con el poyo y el amor incondicional de sus padres.
Hay que creer en lo que los menores nos dicen, siempre y cuando no exista alienación parental; para lo cual se aconseja que la situación sea valorada también por un especialista.
Violencia Pasiva o Estructural
En un contexto amplio, se puede considerar a la Violencia Pasiva o Estructural como se conoce también, como aquel tipo de violencia donde sus expresiones y características son consideradas por la mayoría de las personas como “naturales” o “normales”, es decir, que son aceptadas en un contexto cultural y educativo, sin cuestionamiento de su verdadero alcance o significado. Y que no son atendidas, ni en tiempo y forma, por presentarse como conductas tradicionalmente “correctas”. Este tipo de violencia es prácticamente asintomática, lo que la coloca en el lugar más peligroso de todos los tipos de violencia hasta hoy reconocidos.
Ciclo de la violencia en la pareja
Con el pasar del tiempo la violencia se convierte en un estilo de vida, las personas se acostumbran a ella y la viven como si fuera natural.
Etapas:
Etapa de acumulación de la tensión
Al principio la tensión impera en el ambiente. El hombre maltratador se muestra irritable, no reconoce su enfado y su pareja no logra comunicarse con él, lo que provoca en ella un sentimiento de frustración. Todo comienza con agresiones sutiles, ira contenida, indiferencia, sarcasmos, largos silencios. La mujer siente miedo y empieza a preguntarse qué es lo que hace mal y se culpa de lo que sucede. La tensión va creciendo con explosiones cada vez más agresivas.
Etapa de violencia explícita
Cuando estalla se pueden mezclar todas sus formas: agresión al cuerpo de la mujer, insultos, humillaciones y abuso sexual. Con el tiempo la duración y las consecuencias de esta etapa son mayores.
Etapa de remordimiento y reconciliación
El hombre parece darse cuenta de lo hecho y muestra arrepentimiento, promete no volver a ser violento y se muestra cariñoso, hace promesas y declara su propósito de no volver a repetir la situación
La mujer maltratada asume el sufrimiento como un desafío, como si ella pudiera cambiar la situación y cambiarlo a él.
Conforme se repite este círculo de violencia las etapas se acortan y la violencia explícita se hace cada vez más frecuente y severa. Es por esta razón que representa un riesgo incluso para su vida.
Marcar límites sin violencia
La educación de las y los menores es una responsabilidad compartida entre padres y maestros y, aunque en ocasiones sea necesario reprenderlos hay que entender que un correctivo, por severo que sea,  no puede nunca llegar al extremo del maltrato. Existe una gran diferencia ente marcar límites y maltratar; entre hacer uso y abuso de autoridad; entre ejercer la autoridad o ser autoritario.
Marcar límites es responsabilizarse del bienestar y del futuro de las y los menores e implica paciencia, amor, tolerancia, equidad y respeto.
Las y los menores observan el comportamiento de los adultos y lo que escuchan y ven es un modelo a imitar. Viven, aprenden y con frecuencia repiten tanto los actos amorosos como los violentos. Analicemos qué les estamos enseñando.
Si sus hijos sufren o son testigos de actos violentos, ello afecta su comportamiento y  aprendizaje, se vuelven huraños, miedosos y desconfiados y esto les dificulta hacer amigos. Es importante que ustedes hablen con su maestro o maestra para que juntos busquen la manera de apoyarlos.
Si usted mismo ha intentado frenar sus actos de violencia y no ha podido, busque ayuda. Siempre es posible el cambio.
¿Cómo evitar la violencia en casa?
Es importante identificar las actitudes y los comportamientos de cada uno de los integrantes de la familia. Distinguir entre aquellos que propician la armonía y el común acuerdo de los que orillan a situaciones violentas.
En la medida en que los miembros de una familia se relacionen con base en el respeto, la igualdad, la confianza y el afecto, y sean capaces de valorar la maravilla que significa tener gente cercana a quien cuidar y por quien ser cuidado, con quien compartir la vida y  explorarla, a quien querer sin condiciones, el problema de la violencia será manejable y no desbordará los límites de la dignidad humana, asegurando así que el sentido de las relaciones entre las personas no se pierda.
Las relaciones familiares afectuosas, además de ser uno de los mayores  bienes a que se puede aspirar en la vida, abren a los niños y a las niñas mayores posibilidades de convertirse en personas sanas, amorosas y felices y en ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones.

El duelo de las ideas

Las etapas del duelo que describe la especialista Elizabeth Kübler-Ross, han sido también aplicadas a otras áreas del pensamiento humano. En un principio, sólo fueron tomadas en cuenta para cuestión de pérdidas humanas en personas con vínculos afectivos fuertes o en la pérdida de objetos cuyo valor genera una fuerte sensación de desamparo o que coloca al individuo fuera de su “zona de confort” de “seguridad”; Continue reading “El duelo de las ideas”