Breve análisis de la Limeranza…en segundo lugar

Hace unos días me pidieron que escribiera algo acerca de las relaciones de pareja, pero no encontraba algún tema que me llamara la atención más allá de lo que habitualmente ya se dice con referencia a las relaciones interpersonales de carácter emocional.

Pero durante una reunión de trabajo con unos compañeros en un restaurante de esos que cierran tarde, se tocó un tema que por el furor que despertó en aquel momento, pensé que pudiera ser la respuesta a esta petición inicial.

Un amigo cuyo nombre quedará en el anonimato, comenzó a hablar acerca de por qué no se había casado y sus compañeros le hacían burla y referencia a lo “mujeriego” que describía su fama que era. Mi amigo X tiene 34 años y un largo camino recorrido en cuanto a relaciones fugaces.

Nos comentaba que sus papás llevaban muchos años de casados y que él admiraba la forma tan apasionada y amorosa con que aun su padre observaba a la madre durante el desayuno en una ocasión, y que él añoraba poder llegar a tener una relación así y que por “lógica”, no podría darle el valor a una mujer (así como su padre a su madre), hasta que él no estuviera seguro de “estar enamorado” de su pareja y el sintiera que era la “correcta”. Así comenzó la noche.

Se desarrollo el tema por varias horas y su servidor únicamente observaba y callaba, que es lo más sabio que un ESM puede hacer en estos casos (y en todos, mientras las partes no definan las condiciones de trabajo) hasta que mi amigo X pone el comentario sobre la mesa: “A ver, Hugo nos ha estado observando y no ha dicho ni una sola palabra…tu eres el “experto” en estas cosas, tú ¿qué opinas…?” mi respuesta es automática para estos casos, y les expliqué que habitualmente yo no puedo opinar, a menos que me sea requerida una opinión o mejor dicho una percepción de carácter profesional, pero también les aclaré que si estaban seguros de querer escuchar mi comentario, a lo que ellos insistieron dos veces afirmando que sí. Así que como decía mi abuela, “Sobre aviso no hay engaño”.

Comenté que la situación del amor tan profundo que hoy se profesan sus padres, no es obra del amor per sé, que no es el amor (propiamente como la gente lo interpreta) el que logra que dos personas vivan, convivan, se toleren, se entiendan, se respeten, se acepten y todo lo que conlleva tener una relación de tantos años, sino que es al revés, la forma en que logran comunicarse, ceder, aceptar, comprender, tolerar, etc. Es lo que hace que nazca el amor. Que el amor, no es el principio de una relación, que son varios factores culturales y educativos, los que le hacen creer a las personas que es el amor el que logra hacer todo esto, pero que en realidad, con un adecuado plan de relación, entonces se puede alcanzar ese estado real de amor, pero esto sólo se logra cuando la pareja ha vivido una serie de experiencias que los unen en una relación de amor, el amor constructivo, pero que este llega con los años. Y que los que los une al principio son más bien una serie de expectativas y necesidades, que deseamos que la pareja que aceptamos o elegimos nos satisfaga. Es la necesidad de tener apoyo de algún tipo, desde protección afectiva, contacto sexual, compañía, salvo conducto para cambiar de vida, seguridad económica, en fin, tantas razones como personas hay en el mundo.

Por la expresión en los rostros de los presentes puede darme cuenta que no habían entendido ni una sola palabra. Pero debía aceptar mi responsabilidad de haber abierto mi bocota y ahora debía continuar hasta lograr que el mensaje fuera entendido.

“A ver, creo que fui demasiado rápido, vamos desde el principio”. Lo que las personas en nuestra cultura interpretamos como “estar enamorados” no es sino un conjunto de patologías que hacen que perdamos perspectiva sobre una relación afectiva. Dejamos de ser objetivos porque nuestra atención se centra en enaltecer las “virtudes” de nuestra pareja y se sobreesfuerza por ocultar o minimizar sus “defectos” (ambos términos entre paréntesis, porque también son conceptos relativos) para logra que la persona que está en ese momento, se pueda convertir en lo que queremos que se convierta, o en lo que pensamos de debería ser; pero jamás aceptamos a las personas tal y como son.

Podemos pasar toda una vida tratando de cambiar a nuestra pareja, en alguna ocasión debimos haber escuchado pro ahí que “el amor lo puede todo” “que el amor mueve montañas” y ese tipo de frases romanticóides que no hacen más que confundir la realidad y llenar los bolsillos de los sistemas de consumo comercial. OJO: no estoy diciendo que el amor no exista, al contrario, le estamos dando mayor peso, su peso real y especifico; aquí lo único que queremos comentar es que aunque ese amor es tan fuerte como para lograr cosas increíbles, no es el “amor” que la gente cree que experimenta en los comienzos de una relación afectiva con una persona que generalmente no conoce, o peor aún, que cree que conoce, pero que al poco tiempo termina incluso, dedicando su vida entera, a tratar de convertir o transformar a esa persona en algo que jamás será: otra persona. A este fenómeno social se le conoce como Limeranza.

Dice uno de tantos autores que han hablado del tema durante varias décadas que la Limeranza según D. Murphy es: “La sensación de “amor” originado y regulado por esquemas culturales y/o educacionales, creando falsas expectativas de una relación de pareja donde se exageran las virtudes y se ignoran deliberadamente los defectos. En este estado paranoide disfuncional, las personas “creen” tener la fuerte sensación y certeza de querer mucho a otra, y que este sentimiento provocará cambios favorables de actitud o de conducta en la pareja. Esperan ser correspondidos en cantidad y forma de igual manera a como ellos mismos les parece que actúan. Colocan su integridad personal  y autoestima en la voluntad y el estado de ánimo del otro.  Culturalmente en un nivel comercial, este concepto es ampliamente difundido por los medios masivos de comunicación  como “estar enamorado””.

En otro concepto I. Radbruch comenta: “Estado paranoide disfuncional donde un sujeto pierde la objetividad sobre una relación afectiva. El sujeto limerante suele sobrestimar a su pareja de manera simultánea con la perdida o disminución de la autoestima si la pareja no corresponde de la forma deseada. En este trastorno transitorio, el sujeto es incapaz de darse cuenta que su estado de “normalidad” se encuentra alterado. Culturalmente conocido como “enamoramiento” afecta indistintamente a todos los sujetos independientemente del género o preferencias”.

Tratemos entonces, primeramente de analizar a conciencia estos términos y una vez que hayamos logrado comprenderlos a profundidad, estaremos en posición de continuar con todo lo que se expuso aquella noche, de otra manera únicamente generaremos otra discusión sin que todos los que intervienen tengan lo conocimientos o la fundamentación teórica o práctica para participar. Lo importante de esta sección es que todos aprendamos a ser más felices, independientemente de lo que esto signifique para cada uno, el objetivo es el mismo; así que considero que debemos ir con calma y por partes para evitar lo que nos caracteriza como mexicanos, esa capacidad guajira de pensar que podemos discutir de salud bucal con un odontólogo. O evitar lo que comentaba una de las personas que estaba esa noche en la discusión: “estas mal” –expresó-cuando sus entrañas le habían comenzado a hacer corto circuito cuando se confrontó con las causas de sus fracasos emocionales. Así que mejor nos vamos con calma. Como en las series de televisión…Continuará…

Psic. Hugo Harrell

El Espejo de Luz

Todos nos miramos a lo largo del día alguna vez en un espejo, ya sea para asearnos, para ponernos la ropa bien, etc…
Los egipcios relacionaban al espejo con divinidades de origen solar y normalmente tenían una forma circular. El sol, dador de Luz y de Vida, con sus rayos nos proporciona el reflejo de nuestra imagen material. Sin la Luz, un espejo no tiene sentido de ser.
Así somos los seres humanos cuando estamos privados de nuestra Luz interior; la vida carece casi de sentido, la monotonía nos crispa los nervios, lo vemos todo desde la parte más negativa.
El ser humano, al ser trino en naturaleza, (espíritu, cuerpo y alma) necesita reflejar su Luz interior hacia los demás, necesita beber del agua que calma la sed del Alma, necesita expresar el Amor que corre por su corazón.
Cuando estamos junto a otros seres humanos, sin darnos cuenta, somos todos espejos de esa Luz, más o menos brillante según el estado de consciencia interior alcanzado, pero todos iguales respecto a la pureza de la misma.
Las cosas que vemos positivas o negativas en los demás, y que nos hacen emitir un juicio, son en el fondo resortes que nos indican lo que tenemos que mejorar o cambiar en nosotros mismos. Tenemos así en el vivir cotidiano una de las herramientas más interesantes para poder limpiar nuestros espejos interiores y así poder reflejar más y mejor la Luz pura y prístina del Alma.
Para ello debemos comunicarnos con todos aquellos que estén cerca en cualquier momento del día, interesarnos por ellos, darles conversación o una sonrisa, ya que las cosas más sencillas del diario vivir, son las que más fácilmente pasamos por alto y así nos perdemos lo más bonito de estar en este plano de comprensión “VIVIR PLENAMENTE”.
La felicidad está en esos pequeños momentos que dedicamos de corazón a los demás.
Los espejos son realmente mágicos, ya que nos reflejan tal y como somos por dentro y por fuera. Nos brindan la oportunidad de “pasar” al otro lado del espejo, es decir, a nuestro lado espiritual y allí descubrir un mundo maravilloso del que aprender y que sirve para reflejar lo mejor de nosotros en cada momento y también nos sirve para poner los pies en el suelo y ser consciente de lo que necesitamos cambiar para estar en armonía con la Luz que nos da Vida.
Así la Luz que nuestros espejos reflejan, ilumina a los demás y la cadena de los espejos unidos del mundo, no dejará que las tinieblas del miedo, la ignorancia y el desamor, paralicen nuestras vidas!
Mi deseo es que cada vez que nos miremos en un espejo, recordemos que lo importante es la Luz, sin la cual no hay imagen que reflejar. Dios nos hizo a su “imagen” y semejanza, así pues, reflejemos poco a poco toda la inmensa Luz que tenemos, para que la imagen del espejo esté radiante, hermosa y llena de Paz.
¡Un fuerte abrazo de Luz y Paz!

Guillermo J. Recourt.

Breve análisis de las pulsiones…en primer lugar

El concepto de pareja ha sufrido muchas adaptaciones a lo largo del tiempo; nos llevaría casi una eternidad describir por cuantas y cuáles han sido las etapas por las que ha tenido que atravesar para llegar a lo que estamos viviendo actualmente. Sin embargo, es posible hacer una descripción clara a través de la ejemplificación de los que son las pulsiones. Analicemos pues, uno de los conceptos que nos encontramos en línea, para posteriormente poder utilizar de forma asertiva dicho concepto en todos nuestros artículos, sobre todo aquellos que se refieran a la sexualidad humana, y ya que causa tanto escozor el tema entre los círculos conservadores, nos hemos visto en la enorme necesidad de dedicarle un artículo entero al análisis de este término para evitarnos criticas no fundamentadas en el futuro.

Primeramente debemos hacer una breve conceptualización de lo que es una pulsión. Pulsión (del francés pulsión, y ésta del latín pulsio y pulsun y estos del verbo pulsāre: pujar, impeler), en psicoanálisis, impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana.

 

López Ballesteros, como la mayoría de los traductores al inglés, traduce la palabra alemana Trieb por “instinto”, y los traductores franceses posteriores a Lacan la traducen por pulsión, aunque por lo general se interpretan de modo distinto. La pulsión sería algo dinámico, en la que influye la propia experiencia del sujeto, y su historia ontogenética, la referida al desarrollo de éste. En cambio, el instinto sería netamente congénito, heredado genéticamente. El instinto es típico de los animales no racionales. Mientras que el instinto posee objetos precisos e inamovibles para su satisfacción, las pulsiones carecen de objetos fijos, predeterminados.

Se denominan así pulsiones a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos; también tienen diferentes fuentes y por ello formas de manifestación, entre ellas: Pulsión de vida o Eros, pulsión de muerte o Thanatos, pulsiones sexuales, pulsión de saber, etc.

A fines de s. XIX Sigmund Freud observa que en el ser humano existen motivaciones perentorias y somáticas que escapan a lo instintivo, es más: pueden ir contra lo instintivo; de hecho, la “conducta” humana es un conjunto de “conductas” extremadamente variables que superan a la definición característica del instinto. Con todo, durante algunos años mantiene la denominación de “instinto” (“Instinkt” escribe en alemán). Aún sin una designación definitiva, en 1905, en los “Tres ensayos para una teoría sexual” explica ya claramente la diferencia entre instinto y pulsión: pulsión designa al impulso provocado ante una excitación y una tensión corporal, tensión que tiende hacia diversos objetos y que si accede a ellos sólo se descarga momentáneamente; la pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente. Sin embargo veremos más adelante que estas conceptualizaciones son muy debatidas.

En 1910 Freud introduce el concepto de pulsión sexual (la teoría psicoanalítica “clásica” siempre ha enfatizado lo libidinal de las pulsiones) por semejanza con el concepto de “pulsión de nutrición” (en efecto, nada casualmente, en alemán la palabra Lust tiene los significados normativos de “hambre”, “apetito”, “ganas”, “inclinación”, “gusto”). Sin embargo será clave el uso por parte del mismo Freud de otra palabra alemana para denominar y conceptualizar a estos impulsos metainstintivos, el uso de la palabra Trieb que luego se traducirá al español mediante la palabra pulsión.

La diferencia entre instinto, impulso y pulsión es materia de discusión puesto que muchos psicólogos consideran que instinto o impulso, y pulsión serían conceptos equivalentes. La explicación es que los conceptos son creaciones del lenguaje, y no entidades con existencia propia. Las diferencias serían de semántica e interpretación, no de existencia ontológica.

Estas diferencias semánticas han sido establecidas no por Freud, sino por sus seguidores al traducir los textos y comentarlos.

Los instintos también tienen las características de la pulsión. Por un lado, tienen los cuatro componentes que se atribuyen a la pulsión. Por otro lado los objetos en los animales no humanos no son predeterminados y definitivos, por eso se los puede entrenar y por eso se pueden domesticar muchas especies animales. En etología se sabe que se puede lograr que ciertos animales copulen con objetos, si estos objetos son diseñados con las características adecuadas. Al mismo tiempo los animales no humanos también aprenden de la experiencia y por lo tanto los instintos son muy flexibles igual que el concepto de pulsión.

No es posible afirmar que las pulsiones no se satisfacen y que el instinto se satisface. En efecto, las pulsiones tienen una satisfacción temporal, pues de lo contrario la conducta quedaría paralizada. El individuo ante una pulsión que siempre tiene origen somático busca satisfacerla y puede lograrlo por un cierto tiempo, hasta que la pulsión nuevamente exija nueva satisfacción. La pulsión sería la alarma o indicador psíquico de una necesidad somática. Si las células del cuerpo necesitan agua H2O, el aparato psíquico recibe una señal equivalente a las sensaciones de sed. Ante dicha sed el organismo recurre a su experiencia para intentar saciar dicha sed, y lo logrará por ejemplo, bebiendo de una fuente de agua. Pero esto sucede exactamente igual con los instintos o impulsos biológicos: aparece un impulso instintivo, como ser hambre y el organismo actuará para obtener alimento y comer de modo tal que la necesidad quede satisfecha, hasta que nuevamente se repita esta necesidad en un momento posterior. Como se puede ver, un instinto o impulso es temporalmente satisfecho, del mismo modo que el postulado para las pulsiones.

También hay que recordar que muchas especies pueden aprender a realizar conductas al escuchar órdenes emitidas verbalmente por humanos, o bien mediante mensajes sonoros, visuales o de otro tipo. Esto implica que su conducta puede ser modificada por el lenguaje y por la cultura, en principio la cultura humana.

Se afirma que los animales no racionales tienen instinto, pero no pulsión, y que el instinto es un reflejo automático del tipo estímulo-respuesta, pero que la pulsión no tiene dicha característica. El problema de la racionalidad no puede ser invocada puesto que es materia de debate. En principio, se podría afirmar que los humanos son los únicos animales con lenguaje hablado. Comunicarse se comunican todos los organismos vivos, e incluso las máquinas, pero se afirma que el humano es el único que se comunica mediante el lenguaje hablado y que el lenguaje hablado tiene la característica de la polisemia. Esta característica de la polisemia, se acompaña de la capacidad imaginativa, por lo cual es posible todo tipo de tropos y modificaciones.

Esto implica que cualquier palabra que un individuo, mediante asociaciones semánticas o fonéticas o visuales, logre vincular con alguna sensación, dicha palabra quedará asociada a la sensación. La publicidad y el marketing se valen de esta característica, y la semiótica y semiología estudian estas cualidades de los signos. De este modo, entre el estímulo y la respuesta, existiría un intermediario, que es el lenguaje, o mejor dicho, 1) las reglas y mandatos sociales que han sido fijados en la memoria del individuo, 2) lo que el individuo cree o imagina que la sociedad espera de él. 3) las sensaciones de placer o displacer que el individuo asocie con dicho estímulo y las posibles respuestas.

Una excitación sexual de origen químico puede asociarse a una palabra y evocar en la memoria el objeto que dicha palabra denota o connota (por ejemplo el rostro de una persona), o una palabra puede desencadenar por asociación una excitación sexual química. Esto significa que ante un estímulo, la respuesta va a ser variable dependiendo de los factores mencionados. Aparece la toma de decisión que precede a la respuesta, y por lo tanto la respuesta ya no sería automática sino que está mediada por una elección ante distintas alternativas. Si no hubiese elección posible, entonces estaríamos frente a un estímulo-respuesta automático.

Pero esto conduce a la paradoja de que estas asociaciones de que se valen la publicidad y el marketing, desencadenan respuestas, por lo tanto estamos nuevamente ante un estímulo-respuesta. Lo que sucede es que la respuesta ha cambiado, pero no deja de ser una respuesta ante un estímulo. Este es el principio fundamental de las terapias conductistas, la capacidad de lograr que un estímulo-respuesta pueda ser creado o modificado por la experiencia.

Lo que se conceptualiza como sublimación es la modificación de la respuesta que desencadena un estímulo.

Al mismo tiempo, pulsión de vida y pulsión de muerte lo tienen todos los organismos vivos, tal cual Freud mismo lo postuló en sus trabajos, por ejemplo en uno de los últimos: Esquema del psicoanálisis (1938). Esto es una lucha de la materia propiamente viva en su organización, y no una característica de los humanos. Específicamente nos dice que Respecto de la pulsión de destrucción, podemos pensar que aparece como su meta última trasportar lo vivo al estado inorgánico; por eso también la llamamos pulsión de muerte. Si suponemos que lo vivo advino más tarde que lo inerte y se generó desde esto, la pulsión de muerte responde a la fórmula consignada, a saber, que una pulsión aspira al regreso a un estado anterior (…) Esta acción conjugada y contraria de las dos pulsiones básicas produce toda la variedad de las manifestaciones de la vida. Y más allá del reino de lo vivo, la analogía de nuestras dos pulsiones básicas lleva a la pareja de contrarios atracción y repulsión, que gobierna en lo inorgánico.

Freud explica en Esquema del psicoanálisis: El poder del ello expresa el genuino propósito vital del individuo. Consiste en satisfacer sus necesidades congénitas. Un propósito de mantenerse con vida y protegerse de peligros mediante la angustia no se puede atribuir al ello. Esa es la tarea del yo, quien también tiene que hallar la manera más favorable y menos peligrosa de satisfacción con miramiento por el mundo exterior. Aunque el superyó pueda imponer necesidades nuevas, su principal operación sigue siendo limitar las satisfacciones. Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan {repräsentieren} los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica.

Afirma que el esquema general del aparato psíquico se considera válido también para los animales superiores, semejantes al hombre en lo anímico, y que cabe suponer un superyó siempre que exista un período prolongado de dependencia infantil, como en el ser humano.

Freud ya planteaba estos problemas desde sus primeros escritos, como en Proyecto de psicología para neurólogos (1895) donde habla de la vivencia de satisfacción como el mecanismo neuronal necesario para que un objeto que satisface una necesidad, pueda ser posteriormente evocado de modo tal que un organismo pueda volver a satisfacer dicha necesidad. Este mecanismo es necesario para que cualquier organismo aprenda de la experiencia y se oriente en el mundo para satisfacer sus necesidades. Si los organismos vivos no tuviesen dicha vivencia, entonces no podrían aprender a diferenciar los objetos del mundo que pueden ser consumidos, y no podrían diferenciar lo percibido de lo recordado.

Recordemos también que existen una enorme cantidad de sociedades no humanas, que incluyen tanto mamíferos como insectos. La sociobiología ha logrado avances enormes en el estudio de dichas sociedades. Si se postula que un organismo humano debe sublimar sus pulsiones por mandato social, no podemos afirmar que la misma situación pero en otros animales es instinto y en humanos es pulsión. Incluso las hormigas requieren del auxilio de otros individuos de su especie para sobrevivir en sus tiempos de inmadurez. Existen especies animales en los que la proporción de tiempos de dependencia respecto a su tiempo de vida máximo son superiores a la de los humanos, como en ciertos cetáceos y en elefantes.

Por otra parte, por un lado se afirma que la pulsión carece de objeto fijo, pero por otro lado se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto perdido, o incluso se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto que nunca existió. En definitiva, reducen toda la problemática humana a un único objeto. ¿Hay algo más rígido que un objeto que se busca toda la vida? Es por esto que cuando se indaga en las distintas teorías que pretenden distinguir entre instinto y pulsión, la diferencia se desvanece.

Pero ¿por qué tanto interés en definir al concepto cuando entre los mismos especialistas no logran ponerse de acuerdo? La respuesta es simple; haremos varias comparaciones en cuanto a las conductas humanas más habituales en nuestra sociedad y será muy importante saber distinguir entre lo que es humanamente controlable y lo que en definitiva no. De este análisis de la realidad conductual surgirán algunas ideas que deberán ser analizadas antes de ponerlas en práctica. Debemos recordar también en todo momento, que el conocimiento en sí mismo no representa un aprendizaje significativo y que sólo aquel que es validado a través de la experiencia puede ser fijado en los esquemas más básicos de aprendizaje en el ser humano. Comencemos entonces, una vez aclarado este punto, con todo lo concerniente a la pareja y a su sexualidad.